domingo, 16 de febrero de 2014

LIMITES

"...todo individuo considera que los límites de su propia visión son los límites del mundo..."

Arthur Schopenhauer

martes, 11 de febrero de 2014

COSAS MALAS, COSAS EXCELENTES La contienda Moral

En la guerra los dioses están siempre de tu lado. Hasta en la Unión Soviética, donde Dios había sido prohibido oficialmente, la religion renació a causa de la guerra. El día de la invasion alemana, el metropolitano Sergei, cabeza de la Iglesia ortodoxa rusa, después de haber sido perseguido por las autoridades y acosado por la Liga de los Sin Dios de Emelian Yaroslavky durante años, pidió a los fieles que hicieran todo lo que pudiesen para ayudar al régimen: "El Señor nos concederá la Victoria!". Se calcula que la mitad de la población soviética seguía siendo cristiana ortodoxa, obligada a vivir una media vida religiosa bajo un  régimen totalmente secular. En los años treinta el número de sacerdotes había quedado reducido a unos cuantos miles, a la vez que las Iglesias habían sido destruidas o se hallaban en mal estado. Desde 1926 no se había permitido la existencia de ningún Patriarca, el supremo padre de la Iglesia.
Con la llegada de la guerra todo cambió. Stalin quería la unidad nacional. La propaganda hacía hincapié en el patriotismo y la tradición. La Iglesia tenía un papel que interpretar en esto. Stalin acabó con las crudas actividades anticristianas de los fanáticos del partido. Se destinó dinero a la restauración de las Iglesias y se fomentó abiertamente la observancia religiosa. Se creó un comisariado para asuntos de la Iglesia, apodado popularmente Narkombog -Comité del Pueblo de Dios-. En 1943 Stalin aprobó finalmente la restauración de la autoridad de la Iglesia. Se prohibieron las sectas disidentes, en particular la llamada Iglesia Viva del padre Vvedensky, que antes gozaba del apoyo del partido; los líderes de la Iglesia que colaboraban con los alemanes en los territorios ocupados fueron depuestos y excomulgados.El patriarcado se reinstauró en septiembre de 1943. Stalin, el ex seminarista, permitió la reapertura de los seminarios y se autorizó jurídicamente a la Iglesia a poseer propiedades. Cuando el primer patriarca, Sergei, murió en mayo de 1944, le sucedió el metropolitano Alexei de Leningrado. En Moscú se celebró una suntuosa coronación. Acudieron líderes ortodoxos rusos de todo el mundo, incluso el metropolitano Benjamin Fedchnikov de las Aleutianas y América del Norte, que se atrevió a expresar la esperanza de que Moscú se convirtiera en una "Tercera Roma" después de Constantinopla y la Ciudad Santa misma.
Los fieles respondieron al renacer de la Iglesia. En 1943, los templos de Moscú estaban tan abarrotados con motivo de la Pascua que los fieles llenaban las calles aledañas. Aunque Stalin no llegó al extremo de permitir que las tropas fueran acompañadas de capellanes, se observó que gran número de soldados de permiso también empezaban a ir a la iglesia. Los sacerdotes cantaban plegarias por Stalin, al que se daba el tratamiento de "ungido por el Señor". La Iglesia dio 150 millones de rublos para el esfuerzo bélico, fruto de las colectas hechas entre los fieles. Sergei regaló al Ejército Rojo un batallón de blindados de San Dimitri Donskpoi, en honor de un príncipe ruso del siglo XIV que derrotó a los tártaros en Kulikovo. En la ceremonia official de entrega el representante de la Iglesia habló del "odio sagrado(de Rusia) a los salteadores fascistas y llamó a Stalin "nuestro padre común"....

Porque ganaron los Aliados de Richard Overy pag. 368