Una anciana se encontraba frente a su choza desgastando una gruesa barra de hierro. Un hombre que acertaba a pasar por allí le preguntó intrigado: -¿Qué haces, noble anciana? Con un tono grave y serio, le respondió: -Estoy frotando esta barra de hierro, necesito una aguja para coser mi ropa.
El hombre, muy sorprendido, le dijo
-¡Necesitarás años para obtener una aguja de aquella barra de hierro! A lo cual la anciana respondió: - Todos los días froto esta barra de hierro contra la piedra y su espesor disminuye un poco cada día, y finalmente terminará siendo una aguja. La mayoría de los hombres no puede comprender mi empeño.
Cuentos samurais Guido Tavani
No hay comentarios:
Publicar un comentario