sábado, 27 de octubre de 2012

INSEGURIDAD

LA GRAN COLECTA POR LA SEGURIDAD PUBLICA
Entre 1932 y 1935, una sucesión de colectas por la seguridad reúne fondos para armar a la policía. Con ellos se adquieren pistolas y patrulleros, se hacen casillas de vigilancia perimetral y se montan redes radiales. A esta iniciativa se agrega, en 1933, un concertado petitorio vecinal de "más policía". Proveniente de grandes comercios, sociedades de fomento y clubes muy diversos, solicita a muchas voces de más presencia de vigilantes en el entramado urbano.
La colecta puede remontarse a una difusa demanda, que se incrementa a lo largo de la década de los veinte. Hemos analizado cómo los titulares de los diarios se ven conmovidos cada tanto por los grandes golpes organizados. El pequeño asalto cotidiano llena muchas más páginas intermedias. "Batíose un record: 10 asaltos", titula Critica, "En todos los barrios de la Metrópolis se produjeron atracos". Observemos esta rutina en un diario menos sensacionalista, El Mundo, moderno, de gran tirada, "de todo el día para toda la familia", leído por muchos miles en esos heterogéneos sectores medios. Allí, las noticias de ataques a mano armada son varias por semana, a veces varias por día. Títulos de la trama asordinada del pistolerismo amateur. "Después de asaltarlo lo llevaron en su mismo automóvil atado de pies y manos", "Como ocurre a diario, otro chauffeur fue asaltado ayer", " Al ser arrestado un patotero, compañeros de éste recibieron a balazos a los dos policías", "Tres asaltantes de transeúntes detuvo la 43", "Asaltantes de ocasión saquearon y amordazaron a un comerciante", "después de atemorizarlo con revólveres, lo despojaron de su reloj de níquel y dinero", "Doce pesos y el vehíiculo dejó en manos del audaz asaltante", "A pié y sin dinero lo dejó el asaltante solitario", etc, Ubicadas en las páginas interiores, sin demasiado énfasis de titulares ni gran escándalo, las violencias del barrio y del suburbio son la nueva "mostacilla" (jerga de los periodistas para el pequeño incidente que rodea a los grandes casos en las secciones policiales). Sus protagonistas, el patotero armado, el escruchante o el asaltante ocasiobnal, construyen por acumulación una demanda que va subiendo de tono.
De vez en cuando, esa preocupación difusa se articula en editoriales sobra la deficiencia policial, el desquicio de las costumbres, la imperativa regulación del mercado de las armas o las blanduras de la ley penal. Por fin, estas mil peripecias convergen en una sucesión de colectas. No es la primera vez que la policía recurre al apoyo financiero de la sociedad: siempre se ha donado dinero y propiedades a una institucióen crónico deficit de material y personal. 
Del libro MIENTRAS LA CIUDAD DUERME  de Lila Caimari 
Pistoleros, policías y periodistas  pag.103
Libro obsequiado por el amigo Carlos Bloch que he disfrutado grandemente

No hay comentarios:

Publicar un comentario