sábado, 4 de enero de 2014

DESCIENDE MOISES

Retomando las ideas ya expuestas por Maimonides, Rabi Mendel sostuvo que Moisés no había recibido diez mandamientos, sino dos. Los dos primeros. Yo soy tu Señor y tu Dios, No tendrás otro Dios que Yo. Sin embargo, como el pueblo que estaba en el desierto, bajo el Monte Sinai, adorando el becerro de oro por no saber qué destino lo esperaba ni adónde iba, no habría podido entender la potencia de esta voz infinitamente llena de sentido pero carente de significación específica, Moisés la interpretó transformándola en una voz destinada a la comunidad, y dió a su pueblo los otros ocho mandamientos.
Rabi Mendel agregaba que, en realidad, ni siquiera los dos primeros habían sido oídos por Moisés en su totalidad. Todo lo que el conductor de los judíos liberados de Egipto pudo escuchar fue el comienzo del primero, el Aleph con el que empieza la palabra hebrea Anochi, Yo....Es decir que una simple consonante que es el primer movimiento de la laringe: algo así como el espíritu suave, en griego, agrega Scholem
Espíritu o aliento, la palabra está dicha: lo que recibió Moisés en el Monte Sinai fue el soplo espiritual característico de la experiencia mística. Un soplo que su conciencia lo obligaba a traducir en términos humanos, vale decir, éticos.
El mensaje divino se humanizó a través de una serie de prohibiciones destinadas a contener los desbordes de un pueblo que perdía sus límites. La humanidad fundada a partir de esos ocho mandamientos consistió en aprender a frenarse a sí misma, a decirse a sí misma que no.

Alicia Dujovne Ortiz
Ensayo publicado en el diario La Nacion
pag. del libro La Cabala y Sus Símbolos; resumen de Gershom Scholem de la posición de uno de los santos jasídicos Rabi Mendel Torum de Rybanow

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