viernes, 18 de diciembre de 2015

LA GRADUACION   
Durante los tiempos del Japón feudal vivió un celebrado maestro Kendo, quien , en cierta ocasión, decidió poner a prueba las destrezas de sus tres mejores discípulos. Así, los condujo uno a uno a un viejo templo cerca de las montañas y les habló de este modo “… Cada uno de Ustedes ha estudiado bajo mi supervisión durante muchos años, ahora es tiempo de demostrar que mis enseñanzas no han sido en vano. Allí, en aquel templo les aguarda la prueba final, si acaso logran superarla, entonces habrán obtenido la graduación…” En el interior del templo, el maestro había ocultado a cuatro bravos samurais, armados con cachiporras y con la instrucción de arrojarse a cualquiera que pretendiera ingresar al templo. El primer discípulo, según las instrucciones de su maestro, ingresó en primer lugar y antes que sus ojos pudieran acomodarse a la luz, fue sorprendido y golpeado por un samurai. El Maestro le dijo “ Lo siento, pero no has podido graduarte”. El segundo discípulo  que ingresó al templo, en cambio, logró detectar la presencia del samurai y esquivar su ataque saliendo del templo visiblemente satisfecho y triunfante. Pero, nuevamente, el Maestro le dice “ Lo siento pero no has podido graduarte”. Por último, el tercer discípulo fue conducido por su Maestro al templo y lo instruyó sobre la prueba que debía sortear. Y antes de ingresar el discípulo le dijo: - “ Venerable maestro, el rito prescribe que el discípulo solo puede ingresar al templo precedido de su Maestro. De modo que si Usted lo permite, ingresaré tras sus pasos”- A lo cual el Maestro replicó  “ Tu, si, que has aprendido todo lo que te he enseñado




domingo, 21 de junio de 2015

ALBERT

Strange is our situation here upon Earth.
Each of us comes for a short visit, not knowing why, Yet sometimes seeming to divine a purpose.


Albert Einstein (1879–1955)

domingo, 3 de mayo de 2015

COSMOS

“Vivimos en una sociedad exquisitamente dependiente de las ciencias y la tecnología, en la cual prácticamente nadie sabe nada acerca de la ciencia o la tecnología.”

Carl Sagan
“Siempre que afloran los prejuicios étnicos o nacionales, en tiempos de escasez, cuando se desafía la autoestima o vigor nacional, cuando sufrimos por nuestro insignificante papel y significado cósmico o cuando hierve el fanatismo a nuestro alrededor, los hábitos de pensamiento familiares de épocas antiguas toman el control. La llama de la vela parpadea. Tiembla su pequeña fuente de luz. Aumenta la oscuridad. Los demonios empiezan a agitarse.”

lunes, 23 de marzo de 2015

Las Leyes


Dijo, entonces, un abogado. Pero, ¿qué nos decís de nuestras Leyes, maestro?

 
Y él respondió:

 
Os deleitáis dictando leyes.

Y, no obstante, gozáis más violándolas.

Como los niños que juegan a la orilla del océano y levan­tan, con constancia, torres de arena y, con risas, las destruyen luego.

Pero, mientras construís vuestras torres, el océano trae más arena a la playa.

Y, cuando las destruís, el océano ríe con vosotros. En verdad, el océano. ríe siempre con el inocente.

Pero, ¿aquellos para quienes la vida no es un océano y las leyes de los hombres no son castillos de arena.

Sino para quienes la vida es una roca y la ley un cincel con el que la tallarían a su gusto?

¿Qué del lisiado que odia a los que danzan?

¿Qué del buey que ama su yugo y juzga al alce y al ciervo del bosque como descarriados y vagabundos?

¿Y la vieja serpiente que no puede librarse de su piel y llama a todos los demás desnudos y desvergonzados?

¿Y de aquél que llegó temprano a la fiesta de bodas y, cuando está cansado y harto, se aleja diciendo que todas las fiestas son inmorales y los concurrentes violadores de la ley?

¿Qué diré de ellos sino que están también a la luz del sol, pero dando al sol la espalda?

Ven sólo sus sombras y sus sombras son sus leyes.

¿Y qué es el sol para ellos, sino algo que produce sombras? .¿Y qué es el reconocer las leyes, sino el encorvarse y rastrear sus sombras sobre la tierra?

Pero a vosotros, que camináis mirando al sol, ¿qué imá­genes dibujadas en la tierra pueden conteneros?

Y si vosotros viajáis con el viento, ¿qué veleta dirigirá vuestro andar?

¿Qué ley humana os atará si rompéis vuestro yugo lejos de la puerta de las prisiones de los hombres?

¿Y quién es el que os llevará a juicio si desgarráis vuestro vestido, pero no lo dejáis en el camino?

Pueblo de Orfalese, podéis cubrir el tambor y podéis aflojar las cuerdas de la lira, pero ¿quién ordenará a la alon­dra del cielo que no cante?

Resultado de imagen para khalil gibranKhalil Gibran
 (جبران خليل جبران بن ميخائل بن سعد Ŷibrān Jalīl Ŷibrān ibn Mijā'īl ibn Sa'd
 Bisharri, Líbano, el 6 de enero de 1883 - 10 de abril de 1931
 

2001

 Behind every man now alive stand thirty ghosts, for that is the ratio by wich the dead outnumber the living. Since the dawn of time, roughly a hundred billion human beings have walked the planet Earth.       Now this is an interesting number, for by a curius coincidence there are approximately a hundred billion stars in our local universe, the Milky Way. So for every man who has ever lived, in this Universe there shines a star.       But every one of those stars is a sun, often far more brilliant and glorius than the small, nearby star we call the Sun. And many - perhaps most- of those alien suns have planets circling them. So almost certainly there is enough land in the sky  to give every member of the human species, back to the first apeman, his own private, world-sized- heaven or hell. 
       How many of those potential heavens and hells  are now inhabited, and by what manner of creatures, we have no way of guessing; the very nearest is a million times farther away to the Mars or Venus, those still remote goals of the next generation. But the barriers of distance are crumbling; one day we shall meet our equals, or our masters, among the stars. 
       Men have been slow to face this prospect; some still hope that may never become reality. Increasing numbers, however, are asking: “Why have such meetings not occurred already, since we ourselves are about to venture into space?” 
         Why not, indeed?  Here is one possible answer to that very reasonable question. But please remenber: this is only a work of fiction. 
         The truth, as always, will be far stranger.  
                                     A.C.C       2001   A SPACE ODYSSEY

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jueves, 12 de febrero de 2015

Heráclito en Chile

   

 Por Ariel Dorfman
Acabo de confirmar, en forma triste y contundente, que Heráclito tenía razón cuando sentenció que uno nunca puede bañarse dos veces en el mismo río. Dudo, por cierto, de que el filósofo presocrático, al urdir hace dos mil quinientos años esa frase sobre el paso implacable del tiempo, tuviera en mente la destrucción ecológica del planeta, el despeñadero al que nos está conduciendo nuestra avaricia e incapacidad para enfrentar con valentía el calentamiento global.
Pruebas al canto desde un Chile caldeado. De las muchas zonas encantadoras cerca de Santiago, me gusta en especial el Cajón del Maipo, un estrecho valle de rocosos precipicios que el río del mismo nombre ha ido socavando durante millones de años. Uno de los lugares más fabulosos de ese cañón es una cascada que los locales llamaban “de las ánimas”. Fueron arrieros quienes, hará más de un siglo, la bautizaron con ese nombre, puesto que en ese sitio donde daban de beber a sus caballos y ganado al atravesar las montañas, ellos habían divisado dos doncellas semitransparentes que danzaban detrás de ese torrente de agua, amén de duendes jugueteando en los alrededores. Hace más de cuarenta años, en nuestros años mozos, mi mujer Angélica y yo solíamos hacer excursiones a la precordillera de los Andes, y en una ocasión logramos trepar centenares de metros hasta ese portento de la naturaleza. Al no hallar ni un habitante humano, para qué hablar de duendes o doncellas, decidí refrescarme, chapaleando en las aguas cristalinas y heladas que nos brindaban las lejanas nieves de las cumbres. Angélica, más prudente, prefirió beber de esa fuente natural con la copa de sus manos.
Hace unos días volvimos al Cajón del Maipo, con ganas yo, en particular, de percibir de nuevo, ahora en el 2015, ese sitio mágico andino santificado por los espíritus. Aunque Angélica no quiso repetirse la expedición, me acompañó mi cuñado Pedro Sánchez, que había visitado recientemente aquella precisa cascada de las ánimas. Claro que ya no era cosa de adentrarse en la cordillera en forma libre. La cascada se encuentra, desde 1995, protegida dentro de un santuario ecológico. La única manera de volver a verla es por medio de una visita guiada que hay que contratar en un centro turístico adyacente.
Aunque la experiencia de montar esos senderos con alguien que explica el paisaje, junto a varias familias con niños ruidosos, no reproducía la solitaria ladera de mis recuerdos, el panorama seguía siendo magnífico, lleno de plantas y arbustos únicos, animales y lagartijas. Y siempre había la expectativa de la gran cascada que supuestamente nos atendía al final de la caminata.
No había tal. Descendía desde las alturas un leve, si bien constante, chorro de agua que se depositaba en la misma cavidad rocosa de antaño, pero que ahora apenas servía para mojarse hasta las rodillas. Zambullirse, de todos modos, estaba prohibido, puesto que los viajeros, al tener en la piel bronceadores y cremas, podrían contaminar la pureza de la fuente. Mi cuñado se sorprendió al ver que en unos escasos años el nivel del agua hubiera disminuido tan drásticamente. Y varios padres de familia, que habían merodeado por allá hace una década, advirtieron lo mismo: las nieves de los Andes eran cada vez menos abundantes y poderosas. Mis ojos desolados pudieron, entonces, medir ahí mismo el efecto incontrovertible del calentamiento inmisericorde de nuestro medio ambiente.
Pero eso no constituía la peor noticia. Dentro de poco habría únicamente un hilito de agua cayendo de a gotas desde arriba y, en un futuro próximo, ni siquiera muestras de una cascada, que estaba rondada, no por duendes o doncellas benévolas, sino por el peligro inminente de una planta hidroeléctrica que, más arriba del Río Maipo, se está construyendo para dotar de energía a los insaciables ciudadanos e industrias de Chile. Las protestas de los habitantes del Cajón del Maipo y activistas de la ecología no han podido detener esa amenaza a la naturaleza precordillerana. Por supuesto que el consorcio que erige esa central pertenece en su mayoría a la familia Luksic, el monopolio más grande del país, que se enriqueció y expandió desmedidamente durante el neoliberalismo salvaje de la dictadura del general Pinochet y cuyo crecimiento tentacular tampoco la democracia ha logrado sofrenar.
A Heráclito de Efeso se le conocía con dos apodos. Lo llamaban el Oscuro, porque sus dichos era contradictorios –ciertamente como el flujo de los ríos–, y también el Filósofo de las Lágrimas, porque parece que sollozaba al meditar sobre el mundo y la muerte. Evoqué ambos apodos del sabio griego ante la asediada cascada de las ánimas. Vivíamos Pedro y yo un día de un espléndido sol veraniego que iluminaba la montaña, pero sobre aquel sitio se cernía algo oscuro, algo que pronosticaba que no todo iba a ser luz y maravilla en el futuro de nuestra humanidad. Y Heráclito, que nunca concibió la posibilidad de una central hidroeléctrica ni de consorcios áridos y avaros ni de un planeta extinguible, volvería a llorar sin fin, derramaría una catarata y un mar y un diluvio de lágrimas si resucitara, forzado a reconocer, con sus propios ojos, que no podemos ya, que no podremos nunca más bañarnos dos veces en el mismo río.
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jueves, 1 de enero de 2015

AÑO NUEVO

Una ciudad sumeria durante la fiesta del Año Nuevo. Los sumerios solamente consideraban dos estaciones: el verano y el invierno. El Año Nuevo se celebraba a principios del verano coincidiendo con lo que para nosotros sería finales del mes de abril.
La fiesta del Año Nuevo era en honor de la diosa Inanna (más tarde Ishtar), diosa del amor, del sexo y la guerra. Inanna no fue jamás una diosa madre como algunos creen, de hecho, ni siquiera tuvo hijos. Era la joven rebelde del panteón sumerio. Inteligente y dispuesta a aprender de los errores; pero también con una gran ambición personal, compasión hacia los humanos y paralelamente un carácter muy vengativo. En una ocasión, tras haber sido violada por un jardinero, lanzó contra la humanidad una serie de plagas (agua que se convierte en sangre, lluvia de ranas y langostas, úlceras en la piel… ¿De qué me suena esto? ¿Dónde lo he leído antes? Tengo una extraña sensación de déjà vu…). La fiesta conmemoraba la bajada de la diosa al infierno, donde atravesaba las siete puertas del mismo, dejando una prenda en cada una y entregando su propio cuerpo en la última, tras lo que moría. Sin embargo, al tercer día resucitaba y retornaba triunfante al mundo más poderosa que nunca (vuelvo a tener una extraña sensación de déjà vu). En las primeras versiones del mito, Inanna encuentra a su marido, Dumuzi, en medio de una fiesta y enfadada lo envía de una patada al infierno. En las más modernas, el mito se había descafeinado y ella es una esposa sumisa y enamorada que baja al infierno para salvar al marido en vez de para convertirse en una superdiosa.
Inanna de mi paisano Luis Royo
Inanna, de mi paisano Luis Royo
Los sumerios tenían una total desinhibición hacia el sexo, considerándolo una parte fundamental de la vida, por lo que en esos días se practicaba, y mucho. Se piensa que también era una forma de conseguir “sincronizar” los nacimientos, pues se intentaría que gran parte de las mujeres quedasen embarazadas dando a luz en un momento del año en que, recogida la cosecha, los bebés podían ser mejor atendidos. Dependiendo de las ciudades, la fiesta duraba más o menos días -la media era de una semana-. A lo largo de esas jornadas se celebraban banquetes públicos costeados por los templos o el palacio del gobernante, y se organizaban recitales de música y procesiones solemnes durante las cuales se arrojaban regalos a la multitud. El acto central del Año Nuevo era la ceremonia de la hierogamia o matrimonio sagrado. Durante la misma el gobernante pasaba al interior del templo y, ante la estatua divina, se acostaba con la gran sacerdotisa, momento en que le eran transmitidos sus poderes de mando. En realidad, se piensa que la mayor parte de las veces el sexo era fingido, pues se sabe de casos en que dicha gran sacerdotisa era hija del gobernante y para los sumerios el incesto era un delito terrible. El hecho de que fuera real o fingido dependía de las épocas y las ciudades. Hubo casos en los que la gran sacerdotisa quedaba embarazada y al hijo/a se le otorgaba un carácter semidivino. Hay que tener en cuenta que, para los sumerios, no era vergonzoso ser madre soltera. De hecho, Sargón de Akhad, gran conquistador y fundador de la dinastía acadia, se jactaba en su biografía de ser hijo de una madre soltera, la cual lo había abandonado en una cesta en el río, siendo y adoptado por un miembro de la corte real de Kish que lo encontró (de nuevo me asalta el maldito déjà vu ¿De qué me sonará esa historia?).
Tras la hierogamia, todo el mundo hacía el amor, ya fuese con su media naranja o con las hieródulas del templo (prostitutas sagradas). Tampoco estaba mal visto hacer el amor esos días con el/la amante de turno. Los hombres podían tener concubinas y amantes, y las mujeres podían tener amantes siempre que el marido les diera su permiso. Y parece que sí era habitual que lo dieran, además tampoco importaba si la mujer quedaba embarazada, pues para los sumerios los hijos eran fundamentales y el marido no tenía inconveniente alguno en adoptar al retoño, teniendo éste todos los derechos de un hijo natural. En su mentalidad, el perdedor era el amante que se quedaba sin un hijo y el ganador era el marido que conseguía un descendiente más. Como eran gente muy desinhibida, no era nada extraño ver a parejas haciéndolo incluso por las calles. Se bebía cerveza, se cantaba y se hacía el amor… Y ni siquiera tenían que confesarse o sentirse culpables por ello. ¡No es de extrañar que fuera la fiesta más importante de la religión sumeria!
Colaboración de Joshua BedwyR autor de En un mundo azul oscuro
Imagen: Journeying to the Goddess

Javier Sanz 2014