jueves, 3 de septiembre de 2020

TESTIGOS

 El profesor y el periodista pasean por el jardín. En eso, Jean-Marie Pelt, el profesor, se detiene, señala con el dedo y dice: — Le presento a nuestras abuelas.

 Y el periodista, Jacques Girardon, se agacha y descubre una bolita de espuma que asoma entre los pastos. Es un pueblo de microscópicas algas azules. En los días de mucha humedad, las algas azules se dejan ver. Así, todas juntas, parecen una escupida. El periodista frunce la nariz: el origen de la vida no tiene un aspecto muy atractivo que digamos, pero de esa baba, de esa porquería, venimos todos los que tenemos piernas, patas, raíces, aletas o alas. 

Antes del antes, en los tiempos de la infancia del mundo, cuando no había colores ni sonidos, ellas, las algas azules, ya existían. Echando oxígeno, dieron color a la mar y al cielo. Y un buen día, un día que duró millones de años, a muchas algas azules se les dio por convertirse en algas verdes. 

Y las algas verdes fueron generando, muy poquito a poco, líquenes, hongos, musgos, medusas y todos los colores y los sonidos que después vinieron, vinimos, a alborotar la mar y la tierra. 

Pero otras algas azules prefirieron seguir siendo como eran. Así siguen estando. 

Desde el remoto mundo que fue, ellas miran el mundo que es. 

No se sabe qué opinan.

EDUARDO GALEANO

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